El director de Ciudad de Dios hace que el discurso del narrador no fluya en un sentido lineal, en orden cronológico, sino que mezcla continuamente elementos del pasado para explicar las situaciones que acontecen; con desvíos y digrsiones logra que la historia sea una mezcla de varias historias, y para entender una debe contarse antes otra y así mismo antes otra.
Por medio de los rótulos se nos marcan varias «sub-historias» a lo largo de la trama de la historia: “La historia del Velludo”, “La historia del Trío Ternura”, “La historia del Departamento”, “La historia de Ze Pequeño”, “flirteando con el crimen”, “La despedida de Bené”, “La historia de Manuel el Mujeriego”, y finalmente “El comienzo del fin”.
El único tiempo que existe en una narración visual es el presente, es por este motivo que para mostrar el pasado y el futuro se ha de recurrir a mecanismos que presentifican estos tiempos, por ejemplo: el flash-back y flash-forward.
Ambos mecanismos hacen referencia al orden; a como se muestran los acontecimientos que se desarrollan en la historia dentro del discurso.
Tiempo de la historia: tiempo diegético de la historia
Tiempo del discurso: el tiempo que dura el relato, en el que se muestra la histora
En Ciudad de Dios encontramos flash-backs dentro de flash-backs, donde cambia a tiempo pasado poniendo como punto de referencia el ahora, y, por medio de la voz en off, encadenados, cambios de imagen, rótulos y sonidos, nos adentra en un flash-back.
Un ejemplo es: el momento en el que Zé Pequeno le quita el local a Neginho. Se marca este plano como punto de referencia, nos explican en el flash-back como había acabado el local en manos de Neginho, y volvemos al mismo punto.